Al igual que las columnas de un templo antiguo, la mesa Anam se erige con una presencia que evoca recuerdos de tiempos remotos, capaz de trascender las eras sin perder su significado.
Inspirada en el círculo eterno y las columnatas circulares, sus patas sostienen un tablero que invita a reunirse en el sagrado acto de compartir, en un diálogo entre solidez y ligereza.
Su presencia emana una energía serena pero poderosa, que transforma cualquier estancia en un lugar de reflexión y convivencia.
La elegante mano de Federico Peri revela una sinergia entre historia y contemporaneidad a través de un meticuloso trabajo de sustracción, desvelando la esencia misma del proyecto: formas puras y atemporales.